miércoles, 27 de enero de 2016
UNA LECCIÓN DE HUMILDAD
Había una vez un teléfono móvil muy presumido, tanto que rozaba la chulería.
Por este motivo el teléfono fijo y el inalámbrico, hartos de escucharle decir a diestro y siniestro que era el mejor de todos, decidieron darle una lección de humildad.
Así fue como una noche, aprovechando que el teléfono móvil estaba recreándose en su propia belleza delante de un espejo, escondieron su cargador.
A los pocos días, pudieron ver a un teléfono móvil demacrado y faltó de salud, pidiendo ayuda, suplicando incluso que buscasen un cargador que le devolviera la energía necesaria para su vida.
Fue el teléfono fijo quien se lo devolvió a los pocos minutos de oír sus terribles lamentos, por supuesto, nunca le dijeron que ellos mismos eran los culpables de su agotamiento físico.
El teléfono inalámbrico fue quien hizo la conexión a la red eléctrica entre el móvil y su cargador permitiéndole la vida.
Después de esto, el teléfono móvil fue mucho más humilde, sensato y agradecido con sus compañeros, aunque eso si... nunca dejó de mirarse al espejo.
TUNINA