miércoles, 26 de septiembre de 2007
el premio
UN ZAPATO SOLTERO
Había una vez un zapato que no tenia pareja y de todos es sabido que los zapatos la tienen, se trataba pues, del primer zapato soltero de la historia.
Por este motivo nadie le quería y vivía tremendamente solo en una zapatería.
Era un zapato precioso: negro, cómodo y brillante, era un zapato para hombres y los hombres, se encaprichaban de él nada más verlo en el escaparate, pero al comprobar que no tenia pareja era rechazado inmediatamente.
Decían defraudados:
-¿Qué vamos a hacer con un solo zapato? ¡nosotros tenemos dos pies!
Y así pasaron los años, todos los zapatos iban saliendo poco a poco de la zapatería menos él.
-¿Me quedaré aquí para siempre?- se preguntaba apenado.
Un día la zapatería cambió de dueño y de pronto, se vió tirado en un contenedor de basura. Seguramente pensaron que nadie querría comprar un zapato sin pareja y por ese motivo le llevaron allí.
Así pasó la noche, pero llegó el amanecer y un viejo pirata con parche en un ojo y pata de palo, lo rescató de la basura, se lo puso en su único pie y ¡sorpresa! Se sintió cómodo, además de orgulloso porque decía bien alto:
-¡Nunca tuve un zapato que brillara tanto!
-Nunca brilló tanto mi vida-pensó el zapato, disfrutando por fin de su forzada soltería.
Inmaculada Cordovilla
Había una vez un zapato que no tenia pareja y de todos es sabido que los zapatos la tienen, se trataba pues, del primer zapato soltero de la historia.
Por este motivo nadie le quería y vivía tremendamente solo en una zapatería.
Era un zapato precioso: negro, cómodo y brillante, era un zapato para hombres y los hombres, se encaprichaban de él nada más verlo en el escaparate, pero al comprobar que no tenia pareja era rechazado inmediatamente.
Decían defraudados:
-¿Qué vamos a hacer con un solo zapato? ¡nosotros tenemos dos pies!
Y así pasaron los años, todos los zapatos iban saliendo poco a poco de la zapatería menos él.
-¿Me quedaré aquí para siempre?- se preguntaba apenado.
Un día la zapatería cambió de dueño y de pronto, se vió tirado en un contenedor de basura. Seguramente pensaron que nadie querría comprar un zapato sin pareja y por ese motivo le llevaron allí.
Así pasó la noche, pero llegó el amanecer y un viejo pirata con parche en un ojo y pata de palo, lo rescató de la basura, se lo puso en su único pie y ¡sorpresa! Se sintió cómodo, además de orgulloso porque decía bien alto:
-¡Nunca tuve un zapato que brillara tanto!
-Nunca brilló tanto mi vida-pensó el zapato, disfrutando por fin de su forzada soltería.
Inmaculada Cordovilla
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