miércoles, 27 de enero de 2016

UNA ESTRELLA FUGAZ EN LA TIERRA

La luna estaba radiante y una multitud de estrellas abrazándola hacían que fuese una noche especialmente mágica. Paula, esa mujer de aspecto menudo y piel arrugada por la edad, lo sabía, y desde la ventana de su alcoba disfrutaba del panorama. Desde niña, vivía en una casita situada en la montaña y desde cría, los paisajes ofrecidos por la propia Naturaleza la llenaban de paz. De pronto, el llanto de su nieta rompe el silencio, rápidamente la coge en brazos y trata de calmarla: -¿Qué te pasa nena mía?-le pregunta inquieta -no puedes tener hambre, ni sed, tampoco frío ¿te duele algo? Si pudieses decírmelo sería más fácil. Estrella, esa niña rubia de ojos claros y luminosa sonrisa, era demasiado pequeña para poder hacerlo, sus pocos meses de vida no se lo permitían. La noche comenzó a nublarse, las estrellas perdían brillo y la luna frunció el cejo preocupada. La chiquilla no paraba de llorar, su abuela, queriendo espantar esas lágrimas tan feas, decidió contarle un cuento. Verás, lucerito- le dijo mientras le acunaba. -Había una vez un cielo repleto de estrellas, algunas tenían un brillo sobrenatural, otras contaban con el destello adecuado y las menos afortunadas apenas tenían luz. Una noche, la luna, quiso hacerse una foto junto a ellas y les preguntó: - ¿Quiénes queréis haceros una foto conmigo? -¡Yo! -dijeron todas. -Pero ¡todas no cabéis en una foto! –Contestó la luna-, haremos una cosa, formareis grupos de estrellas con un brillo similar y cada uno de ellos, elegirá un motivo por el que pensáis que la foto saldrá bien. Después, yo me decantaré por las estrellas que más me convenzan ¿de acuerdo? -De acuerdo, - dijeron todas. A la noche siguiente, estaban agrupadas delante de la luna, esperando pacientemente a que ella les otorgase la palabra. Comenzó el grupo de estrellas que más brillaba en el firmamento. -Nosotras, te daremos el brillo que jamás has tenido en tu vida- dijeron convencidas. Esta bien, dijo la luna, que pasen las siguientes y pasó el grupo de estrellas que contaban con el brillo adecuado. -Nosotras, te ofrecemos una iluminación perfecta.-Dijeron contentas. Esta bien, dijo de nuevo la luna, que pasen las siguientes, entonces pasó un puñado de estrellas con muy poca luz. -Nosotras, te regalamos una luz tenue y romántica.-Dijeron muy tímidas. Es una elección difícil- comentó la luna después de escucharlas a todas- ¿Con qué grupo de estrellas quedará mejor la foto? ¡Ya esta! Dijo de pronto, me quedaré con las que brillan menos. -¿Por su luz tenue y romántica? Eso es una cursilería- dijeron muchas. - No, porque con ellas... brillaré aún más –contestó la luna orgullosa. -¡Yo sé de alguien que podría eclipsarte! - Se oyó decir a lo lejos. -¿Quién?-Preguntaron algunas. Fuera, el cielo se cubrió de nubes, la presencia de un fuerte viento enfrió la atmósfera, las estrellas dejaron de brillar y la luna palideció. La niña estaba callada, callada y fría, en algún momento del relato había dejado de respirar. -¡Estrella!... ¡Estrella!... –gritó la abuela al percatarse. Fue inútil... la noche se la tragó.