jueves, 17 de marzo de 2016

CUENTOS PARA NIÑOS

MOSCONES, MOSCAS Y MOSQUITOS

Había una vez un moscón llamado Revoltoso.
Un día, tropezó con una mosca:
-¿Como te llamas?- preguntó.
-Escandalosa.
-¿Por tu zumbido?
-Supongo.
-¿A ver?
-Zzzzz, zzzz, zzz…
-¡Que bonito!
-¿Te gusta?
-Mucho.
-Gracias- dijo la mosca.
Poco después se casaron.
El cura dijo:
-Revoltoso.
-Que.
-¿Amas a Escandalosa?
-Sí.
-Pues ya es tu esposa.
-Escandalosa
-Que.
-¿Amas a Revoltoso?
-Sí.
-Pues ya es tu esposo.
-¡Bien! Dijeron las moscas.
Y se fueron de Luna de miel:
-Mua, mua, mua, mua…
-Cariño, ¡como te quiero!
-Yo a ti también.
-¡Que suerte tengo!
-Yo también.
Al volver ocuparon una casa:
-¡Bien!- dijo Revoltoso.
-Y ella -¡Que chula es!
Tuvieron descendencia:
Primero llegó el mosquito.
La mosquita… después.
Y el nido se llenó de Zumbidos.
-Zzzz, zzzzz, zzzzzz, zzz….
Había una vez un hombre llamado Pepe
Un día tropezó con Pepa:
-¡Pumba!
-Perdona- dijo él.
-Tranquilo- dijo ella.
-¡Que guapa eres!
-¿Ves bien de cerca?
-¡Claro!
Y se casaron.
El cura preguntó:
-¿Pepe amas a Pepa?
-Sí.
-¿Pepa amas a Pepe?
-Sí.
-¡Ya sois pareja!
Y se fueron de Luna de Miel.
--Mua, mua, mua, mua…
-Cariño, ¡como te quiero!
-Yo a ti también.
-¡Que suerte tengo!
-Yo también.
Al volver compraron una casa:
-¡Que linda! Dijo Pepe.
-Pepa-¡Es estupenda!
Pronto tuvieron descendencia:
Pepito era listo.
Pepita bonita.
Y la casa se llenó de risas:
-Jaaa, jaaaa, jaaaaa, jaaaa…
De pronto se escuchó:
-Zzzzzz, zzzzzz, zzzzz,zzzz
-¿Moscas?- preguntó Pepe.
-¡Y mosquitos!- dijo Pepa.
Fumigaron enseguida:
-Frisssss, Frisssss, Frissssss….
Y la raza moscona escapó deprisa.




LOS SONIDOS DE LA NOCHE

Aquella noche Rebeca intentaba dormir, pero el sueño decidió tenerla en vela. Mirando a un techo en penumbra contaba ovejitas: Una oveja... dos ovejas... tres ovejas... cuatro ovejas...

De pronto:

-Guau... guau... guau...

Los ladridos del perro de la vecina la impacientan ¡maldito can! Susurra fastidiada. Tratando de ignorarlo sigue contando ovejitas: cinco ovejas... seis ovejas... siete ovejas...

De repente:

-Tras, tras...tras, tras...

El sonido de una llave en la cerradura confirma la llegada de su padre. ¡Ya estamos todos! Se dice así misma y dispuesta a dormir sigue contando ovejitas: ocho ovejas... nueve ovejas... diez ovejas...

Entonces:

-Achisss… achisss… achisss…

La alergia al polvo de su padre la descentra,- debe haber mucho en su alcoba porque no para de estornudar- dice, segundos después, sigue con su recuento: once ovejas… doce ovejas…trece ovejas…

-Cucu... cucu... cucu...

Un antiguo reloj de pared heredado de su bisabuelo marca las tres de la madrugada. Desesperada por su sonido sigue contando ovejitas: catorce ovejas... quince ovejas… dieciséis ovejas…

De repente:

-Cri, cri... cri, cri... cri, cri...

El canto de un grillo la desconcierta de nuevo - ¿quién nos mandaría vivir a las afueras del pueblo?- se pregunta cabreada. Irritada sigue contando ovejitas; diecisiete ovejas… dieciocho ovejas… diecinueve ovejas…

De pronto:

-Buaaaa... buaaa... buaaa...


El llanto de su hermana pequeña la llena de rabia ¿no te das cuenta que necesito dormir? Le grita sabiendo que no puede oírla. Sigue contando ovejitas: veinte ovejas... veintiuna ovejas... veintidós ovejas...

De repente:

-Miauuu... miauuu... miauuu...

Un gato maullando debajo de su ventana la enfada aun mas, se revuelve dentro de la cama, da patadas y se tapa los oídos con la almohada, después, sigue con sus ovejitas: veintitrés ovejas... veinticuatro ovejas...


De pronto:

-Guau... guau... guau...

El perro de la vecina vuelve a ladrar, nunca pudo soportar a ese gato engreído que pasea de noche por el barrio ¿Qué es esto? Se dice y… sigue con las ovejitas: veinticinco ovejas... veintiséis ovejas...

De repente:

-Catacloc… Catacloc… Catacloc…

Los pasos de la pata de palo de su abuelo rompen la serie numérica de su rebaño ¡Pobre! Sufre insomnio y no oye – piensa. después, sigue contando ovejitas: veintisiete ovejas… veintiocho ovejas…

De pronto:

Cucu… cucu… cucu…

El antiguo reloj de pared de su bisabuelo marca las cuatro de la mañana. Golpea la pared y grita – ahogaré a ese pajarraco -, después sigue con las ovejitas: veintinueve ovejas… treinta ovejas…

De repente:

Sssssss…. Ssssss… sssssss…

Un fuerte viento la desorienta y la llena de pánico, cubre su cabeza con el edredón y sigue contando ovejitas: treinta y una ovejas… treinta y dos ovejas… treinta y tres ovejas…

De pronto:

- La Ramona pechugona es la mas gorda de las muuujeres del pueblo….

¡Por Dios! Ahora un hombre con la música de su coche a todo volumen, necesito dormir, grita histérica, un rato después, sigue contando ovejitas treinta y cuatro ovejas… treinta y cinco ovejas…

De repente:

Su propia voz dice de forma entrecortada: trein… ta y… seis… ovejas… trein… ta y siete… ovejas… trein... ta y ocho ovejas... trein... ta y nueve ovejas… y por fin se duerme.

De pronto:

Ring… ring… ring…

El despertador le anuncia la hora de despertar- no puedo hacerlo grita con rabia, estoy agotada y de un manotazo arroja el reloj fuera de su vista. El aparato yace en la alfombra destripado por el golpe.

De repente:

-Rebeca, vamos despierta, perderás el autobús- dice su madre.
-No puedo mama.
-¿Porqu? hija
-Estoy agotada.
-¿No dormiste bien?
-No mamá
-¿Por qué?
-Los sonidos de la noche me tuvieron en vela.
-Rebeca, es la excusa más tonta que conozco para no ir al colegio.
-No es un pretexto mamá dice Rebeca.
-A la escuela y no hay mas que decir.- grita su madre.
-No quiero ir.
- Irás-le dice su madre enfadadísima.
-Sí mamá- dice mientras piensa- ¡A los adultos no hay Dios que les entienda!



NIÑA SOÑADORA


-¿Serán ellos?- Se preguntaba Clara insistentemente.

Pero ellos, no podían ser… no existen… existieron una vez… en su infancia, pero ella, se alejó…triste y cabizbaja… se fue apartando de su vida.

Entonces, llegó otra época: cambios en su cuerpo, granos en la cara y enredos en el corazón… y con ese caos interno, Clara seguía preguntándose:

-¿Serán ellos? ¡Pero… que estoy diciendo!… no pueden ser… me acercaré…

Pues si son… esos gemelos traviesos, no hay duda, engalanados con camisa blanca, chaleco rojo, pantalón corto y corbata.

Son ellos, hermanos idénticos, salvo en sus espesos cabellos, uno rubio otro moreno, no pueden ser, pero… ¡son!

Llega Don Pantuflo, ese hombre grandote vestido con levita negra y unas enormes patillas rizadas que disfrazan un genio tremendo.

¡Horror! El rubito, acaba de lanzar un pedrusco al hermoso trasero de su padre, el tirachinas descansa en las manos del moreno.

-¡Voy a mandaros al cuarto de los ratones! grita enfadado.

Doña Jaimita, la sufridora madre y esposa, trata de calmar unos nervios que hierven a mil grados por segundo.

Esa mujer delgada, morena, y que con un gigante lazo, recoge un cabello perfectamente peinado, dice con voz suave:

-Tranquilízate esposo mío o te dará un síncope.

Son ellos, sin duda, ¿pero… que hacen en el patio de su casa? vivían en los tebeos que llenaron su infancia, nunca salieron de allí y ahora…

-Ring…ring…ring…
-… ¿El despertador?- se pregunta una niña adormilada.
-Ring… ring…ring…
-¡Clara despierta, es hora de ir al Colegio!... - dice una mujer de mediana edad.
-¿Soñaba?- pregunta la chica confusa.
-Ring… ring… ring…
-Venga Clara, llegaras tarde…- repite su madre.

-¡No era real! grita la cría decepcionada- mientras se acicala entre las paredes de una coqueta habitación de niña soñadora.



<b>LA AMAPOLA Y LA NIÑA

-¡No me toques que mancho!- le dijo la amapola a esa niña rubia de ojos azules que quería tocar sus pétalos.

-¿Quien habla?- pregunta la cría sin dar crédito a sus oídos.

-Yo- dijo la flor.

-No puede ser ¡las flores no hablan!

-¿Quien dijo eso?- pregunta la amapola con asombro.

-Mi madre.

-¿Cuándo?

-Cada vez que riego las plantas de mi jardín.

-¿Por qué?

-Veras, te cuento, yo visito a mis flores con frecuencia, las contemplo orgullosa, quito las hojas secas, las mimo, las riego, les hablo…

-¿Y que?

- Ella dice que por qué os hablo si vosotras no me vais a contestar.

-Es que los adultos no pueden oírnos.

-¿Y los niños sí?

-Pues sí.

-¿Por qué?

-Vosotros sois especiales.

-Eso ya lo sabía.

-¿Sabias que eres especial?

-Sí.

-¿Quien te lo ha dicho?

-Mi madre.

-¿Tu madre te ha dicho que eres especial?

-Sí.

-¿Por qué?

-Porque… soy su hija.

-¡Que graciosa! dijo la amapola- abriendo sus pétalos con sorpresa.




SIMPLEMENTE... NIÑOS


Y aquella grandota niña de piel tostada le dijo a Pedrito:

-El auto que conduce mi padre es más grande que el tuyo.

-No puede ser- le contestó ese chavalillo fanático del Betis.

-Te digo que es más grande- repitió la cría moviendo los diminutos copetes de su cabello rizado.

-Que no puede ser-le dijo el muchacho seguro de su opinión.

-¿Por qué?- preguntó la niña que comiendo una guayaba.

-Porque mi padre tiene un vehículo enorme.

-El mío también- dijo la pequeña.

-Te digo que el mío es mayor- contestó Pedrito perdiendo la paciencia con esa niña que cantaba en los recreos.

-Que te digo que ¡no!- dijo rotunda.

-¡Mi padre tiene un camión! Gritó el crío desesperado.

-Y el mío pasea a los turistas en su Guagua allá la Habana.

-¡Ah! Exclamó Pedrito- quedándose sin palabras.




El RESCATE DE UNA ESPECIE

Cuenta una leyenda que hace miles de millones de años, una extraña especie fue capturada en el desierto del Sahara.

Era una raza tan diminuta, que sus carceleros la ocultaron dentro de un reloj de pulsera. Después, pidieron un fuerte rescate.

La extraña especie, se acomodó en un hueco ubicado entre la esfera y una complicada maquinaria que hacia mover a un vago minutero.

Durante meses, vivieron allí y aunque sus miembros eran muy diferentes, supieron adaptarse los unos a los otros.

Al 1 le atraía la soledad, el 2 era bastante pato, al 3 le gustaba correr, el 4 era más tonto que un zapato.

El 5 parecía un botijo, al 6 ¡no le gritéis!, al 7 le fascinaba Espinete, el 8 era adicto al bizcocho.

El 9 tenia tos leve, al 10 le dio por beber, al 11 le atraía el bronce y el 12 jugaba con la medianoche.

El tiempo pasaba y el vago minutero, transitaba por las vidas de esos seres como siempre lo había hecho, discreta y silenciosamente.

Los años transcurrían y esa especie tan extraña, entabló amistad con el segundero, que a su vez, era hijo del minutero.

Este, les presentó a sus amigas las agujas. Su amistad hizo que su existencia trascurriese de forma más placentera.

La vida empezó a correr muy deprisa, circuló de tal modo, que el reloj de pulsera se soltó de la muñeca de su dueña y cayó al suelo.

La esfera se hizo cisco, la maquinaria acabó echa trizas, las agujas saltaron por los aires, el minutero gritaba herido y el segundero falleció en el acto.

Cuenta la leyenda que unas agujas magulladas corrieron en busca de ayuda. La encontraron en los humanos y los dígitos... fueron rescatados.



LA FUERZA DEL AMOR

Había una vez una niña tan cándida como la luna, la noche arropaba sus sueños, retozaba con las estrellas y vivía enamorada del sol.

Sin embargo, el abrazo de sus enormes y poderosos rayos quemaba su piel y su amor se tornó imposible.

La niña lloraba y lloraba, sollozaba tanto, que su llanto se convirtió en un océano por el que navegaban los sueños.

Pero un fatídico día, sus fantasías naufragaron y aquella cándida cría se transformó en una arpía.

Una bruja de grotesco aspecto y lengua viperina que mordía a las mismas estrellas con las que antaño jugaba.

Los luceros escapaban asustados sin comprender semejante cambio y la noche comenzó a llenarse de pesadillas.

Enormes abejorros llenaron el cosmos y una inmensa ráfaga de aire helado entumecía la atmósfera.

Los humanos escapaban aterrados por esos insectos tan feos y el tremendo frío congelaba sus piernas.

El sol se entristeció muchísimo al comprobar semejante hecho y quiso hacer algo por remediarlo.

Una mañana, el rey del firmamento, se acercó silenciosamente a la niña poseída y recordando su candor le dio un beso en la mejilla.

La terrible bruja despertó y mágicamente, su aspecto volvió a ser el de antes, una chiquilla ingenua y bondadosa.

Los zánganos desaparecieron de golpe, la temperatura de la atmósfera se fue regulando y los humanos respiraron tranquilos.

La noche volvió a cubrir sus sueños, las estrellas sonreían felices y su pasión por el astro creció tanto que... murió en sus brazos.



UNOS AMIGOS DE FABULA


Un plato de macarrones veía pasar la vida abrazado a un teléfono móvil. Los dos, esperaban a Pablo, un travieso niño pelirrojo.

Aquel aparato, esos tallarines y el chiquillo, se hicieron amigos después de compartir un fin de semana.

El crío era el menor de cinco hermanos más y tan diferente a ellos que parecía de otro planeta.

Su abuela, una mujer pálida y arrugada, le compró el teléfono y le hacia macarrones frecuentemente.

Pero aquel sábado, Pablo no se acercaba a la cocina y los macarrones notaban su ausencia.

El móvil también lo hacia y queriendo atraer su atención comenzó a sonar desesperado.

El chiquillo fascinado por su melodía llegó rápidamente y el móvil orgulloso no cesaba de sonar.

Los macarrones celosos por la escena que contemplaban tiñeron las teclas de tomate.

Pablo se partía de risa al comprobar como el teléfono móvil, manchado de rojo, se dirigía asustado al hospital.






COPITO DE NIEVE

Hace muchísimos años, cayó del cielo un copito de nieve precioso. Su figura hexagonal y su blancura perfecta fascinaban a todos los humanos.

Surgió en el aire una mañana del mes de Diciembre, desde ese día su congelada familia celebraba La Navidad con doble motivo.

Su padre, un apuesto chaparrón, se enamoró de su madre, una linda nevada, con la misma prisa con la que semanas más tarde se casaron.

Su boda se celebró una tarde de tormenta, que en contra de lo esperado por todos los asistentes al evento, despejó y salió el sol.

Los invitados disfrutaron mucho: comieron como nunca lo habían hecho, bebieron como cosacos y bailaron hasta caer rendidos.

Su Luna de Miel, fue “un gran satélite en almíbar” ya que los recién casados desbordaban dulzura por todos los poros de su cuerpo.

La nieve enseguida se quedó en cinta. Su primer hijo fue un grumito de nevisca tan bello que sus padres lloraron de emoción durante meses.

El copito creció deprisa y envuelto en un cariño enorme, se convirtió en un muñeco de nieve que era la envidia del barrio donde residían.

Los meses pasaban y el monigote se hizo amigo de un alegre niño de siete años de edad llamado Pablo. Los dos jugaban a diario.

El crío le acariciaba, le hablaba, e incluso, adornaba su cuerpo con su propia ropa. Su amistad aumentó tanto, que no podían vivir el uno sin el otro.

Un día el muñeco enfermó, tenía calentura, dolores musculares, desgana y su carácter se volvió irascible. Pablo estaba muy preocupado.

El médico al que acudió, desconocía esa enfermedad tan extraña y aunque consultó el caso con otros médicos, no supieron darle tratamiento.

El muñeco de nieve empeoraba por momentos: tenia mucha fiebre, delirios y entró en coma en pocos días. Pablo lloraba desesperado.

Una noche del mes de Marzo, desecho por el ardor de su propia fiebre y el calor que desprendía la atmósfera, murió.

Pablo, al enterarse del fatal acontecimiento enfermó y a los pocos meses la tristeza por la ausencia de su amigo lo mató.

Cuenta la leyenda, que cada vez que nieva en Diciembre, un precioso copito de figura hexagonal y blancura perfecta flota en el ambiente.

Aparece para recordarnos quizás, que disfrutemos La Navidad con el gozo que lo haría Pablo, ese alegre niño que paradójicamente, murió de pena.




MORIR DE AMOR

Y aquel gusano de seda se volvió mariposa. Aleteaba sin parar y su eterno aleteo lograba enamorar. Una mañana un escarabajo le preguntó:

-¿Me das un beso?
-No.
-¿Por qué?
-Busco amor.
-Te doy el mío.
-No lo quiero - contestó.
-¿Por qué?
-No me gusta tu color.
-Soy tierno, mimoso…
-No sigas que… no.
-¿Nunca?
-¡No!
-¡Vaya!

El pobre bicho de tristeza murió. La mariposa engreída ni siquiera lo sintió. Siguió volando y del gorgojo se olvidó. Una tarde un erizo le preguntó:

-¿Te puedo besar?
-No
-¿Por qué?
-Pinchas.
-¿Me rapo?
-No.
-Por ti lo haría.
-Déjalo.
-Es que me gustas.
-Tú a mi no.
-Quizás, con el tiempo…
-Seguro que no.
-…Vale.

El desdichado erizo ofendido murió. A la mariposa vanidosa tampoco le importó. Desplegaba sus alas y miraba al sol. Un día un escorpión le preguntó:

-¿Me das un beso?
-No.
-¿Porqué?
-Busco amor.
-Te lo regalo.
-No lo quiero- alegó.
-¿Me rechazas?
-¿Cómo no?
-Y ¿el motivo?
-Tu aguijón.
-Por ti me lo quito.
-Pues quítatelo.
-¡Ya voy!

Y el infeliz alacrán enseguida murió. La presumida mariposa ni de luto se vistió. Volaba alegremente y del bicho se olvido. Un día un cangrejo le preguntó:

-¿Puedo besarte?
-No.
-¿Por qué?
-Busco amor.
-Yo te quiero.
-Yo no- respondió.
-y ¿eso?
-Porque no.
-Vaya motivo.
-Suficiente razón.
-No me parece.
-A mi sí- contestó.
-¡Ah!

El infeliz percebe afligido murió. La creída mariposa al espejo se miro. Atusaba sus colores y decía: “soy la mejor”.

Un día un jilguero se acercó. Con su bella figura y su bonito canto a la mariposa enamoró.

-¿Me das un beso?
El jilguero dijo –No- .
-¿Por qué?
-Busco amor.
-Te lo daré.
-Yo no.
-¿Por qué?
-No lo quiero.
-¿No lo quieres?
-No.
-¿No te gustan mis colores?
-No.
-Soy alegre y divertida…
-He dicho que no.
-¿Bromeas?
-No
-… No te creo.
-Pues… créetelo.
-…?

Y aquella mariposa que revoloteaba sin parar, al no ser correspondida dejo de aletear, sus colores se apagaron y… no la vieron más.



¿Días cósmicos o… cómicos?

Lunes quiso tomar unas copas con martes en el planeta Marte. Miércoles, le dijo: “¡imposible! tienes que trabajar con Mercurio en el planeta Júpiter”.

Jueves dijo que citaran a Venus el viernes y le pidieran permiso, sábado indicó: “pedir un día de fiesta”. Entonces, llegó Domingo y resolvió la situación.

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