jueves, 24 de abril de 2008

La huida de Felix

LA HUIDA DE FELIX

Félix era el dueño del mejor sofá que había en la sala. Allí disfrutaba de su siesta diaria sin ser molestado por nadie. Comía el primero y siempre su plato favorito. Lucía un aspecto envidiable: sano limpio y perfumado.

Vivía en el seno de una familia acomodada compuesta por un matrimonio de mediana edad y tres hijos tan juguetones como él.

Sin embargo, Félix estaba triste, no le permitían salir a la calle por temor a que no regresara, y así, envuelto en un amor egoísta vivió durante años.

Un día quiso tomar el sol y salió a la terraza, sentía el calor de sus rayos, cuando de pronto, entre la multitud, le pareció ver a un semejante. Se lanzó desde un tercer piso en su búsqueda pero solo consiguió romperse una pata.

Se arrastró como pudo hasta el portal, esperando la llegada de algún vecino que le auxiliara pero quien llegó fué la noche, ella le meció entre sus brazos hasta que rendido se durmió.

Al amanecer, despertó en otros brazos, eran las lindas patitas de una gata, tan semejante a él, que le entró un pánico tremendo.

- ¿Quien eres tú? le preguntó Félix.

- Soy una gata ¿no lo ves? Le contestó ella lamiendo su pata herida.

Nadie los vió desde entonces.

Inmaculada Cordovilla